lunes, 24 de octubre de 2016

Las 3 M de nuestros suelos

LAS 3M DE NUESTROS SUELOS: Hoy Microorganismos
En algún artículo anterior hablé del mecanismo por el cual los insectos y hongos llegan a superar las defensas naturales de los vegetales generando una enfermedad o un estado de estrés tal que puede terminar en daño para el cultivo. El equilibrio nutricional de las plantas resulta determinante para esto. Y el tema comienza en el suelo.
Hace pocos días llegaron a mis manos tres libros muy viejos cuyo autor es André Voisin. Este autor postulaba que un profundo conocimiento del suelo y el fortalecimiento de su entramado biológico conduciría a pasturas más sanas y productivas, que los animales que las consumieran también lo serían y que esta virtud se trasladaría luego a las personas que se alimentaran de ellos. Una cadena de razonamiento simple, basada en el conocimiento científico y experimental de las relaciones naturales.
Voisin fue tan sólo uno de los autores que investigó esto, el tema es viejo y varios científicos y agricultores han hablado de él. Todos han coincidido en la afirmación de que un suelo sano es la adecuada conjunción y equilibrio entre microorganismos, materia orgánica y minerales. Las 3 M de nuestros suelos.
Las prácticas tradicionales que se realizan en la agricultura (fertilización, labranzas, uso de agroquímicos) atentan contra la vida de millones de seres microscópicos habitantes naturales del suelo por los cambios en las características del medio en que habitan (pH o salinidad, por ejemplo),   efecto de la radiación solar directa, deshidratación, desbalances que hacen que mueran o se alteran sus relaciones.
Afectar este enorme y misterioso ecosistema que pisamos a diario, afecta directa e indirectamente nuestra producción y nuestra alimentación. Este ejército de millones y millones de microbichitos participan de un montón de procesos entre los que se pueden citar: degradación de resíduos orgánicos, solubilización de nutrientes, simbiosis con vegetales para mejorar la absorción de nutrientes, control de parásitos y microorganismos patógenos, degradación de sustancias contaminantes, estabilización del humus y una larga lista de etcéteras. Bajo nuestros pies existe un bastísimo, apasionante y muy poco conocido universo. 
El tema es...¿cómo recuperar o potenciar la microbiota de nuestros suelos para que este ecosistema actúe a nuestro favor también?
En primer lugar es necesario conocerlo, saber qué relaciones básicas existen y cómo influyen en nuestro sistema. En segundo lugar, qué estrategias podemos llevar a delante para colaborar o permitir esas relaciones, o sea, convertir el conocimiento en tecnología. Por ejemplo, cualquier productor o técnico conoce el valor de inocular las leguminosas (soja y alfalfa) con bacterias nitrificadoras y eso es entonces una práctica corriente en nuestros campos.
Esto debe analizarse como un fortalecimiento del suelo y sus características. No como un agregado más de un insumo específico.
Hoy hay varias empresas que comercializan productos con bacterias y hongos que intervienen en el ciclo del fósforo, solubilizándolo y entregándolo a la solución del suelo para permitir la absorción por parte de las plantas. También hay bacterias que se están comercializando para usarlos como antagonistas de hongos patógenos; este es el caso de Bacillus subtilis, utilizado como fungicida en soja y trigo.
A esos microorganismos o a los productos que ellos generan se los conoce como EM (microorganismos eficientes), PGPR (Plant Growth Promotion Rhizobacteria, proviene del inglés, se traduce como Bacterias asociadas a las raíces, Promotoras del Crecimiento Vegetal), Promotores de Crecimiento o simplemente biofertilizantes. Más allá que la publicidad presenta estos productos como “NUEVA TECNOLOGÍA”, en realidad es la oportunidad comercial ante la degradación que han sufrido nuestros suelos. O sea, producimos y vendemos lo que antes destruimos y desconocimos.
El impacto del uso de estos promotores de crecimiento está mostrando sus resultados. Se logran entonces cultivos con un mejor perfil sanitario, más estables ante contingencias climáticas y  de menor costo dado su menor dependencia de agroquímicos (fungicidas por ejemplo), llegando a impactos positivos en el rendimiento físico a partir del tercer o cuarto año de su uso. Todo esto se condice con lo que esperamos del funcionamiento de un ecosistema sano.
Lo más interesante del asunto es que, luego de conocer algunas cositas básicas de la micobiología de nuestros suelos, podemos actuar dentro de nuestras chacras haciendo nuestros propios Promotores de Crecimiento.
Algunos ejemplos:
·         La bosta de bovinos (en tanto éstos sean alimentados a pasto) constituye un riquísimo inóculo de bacterias y hongos de acción positiva. El preparado de un biofertilizante puede ser hecho en cualquier chacra, con mínima tecnología (un tambor plástico, bosta de vaca y algunos productos más que se encuentran fácil y a bajo costo). Luego se aplica asperjado con una pulverizadora.
·         El lombricompuesto es una forma de poner muchos microorganismos en el suelo y de aumentar su contenido de calcio. Esto favorece todos los procesos y actúa, en particular, sobre la capacidad de las leguminosas de extraer nitrógeno del aire. Constituye una excelente forma de reutilizar resíduos del campo como restos de rollos, camas de cerdos y pollos, limpieza de tambos, etc. Una fertilizadora es lo que se necesita para su aplicación al suelo.
·         Como cualquiera de nosotros sabe reproducir levaduras antes de hacer el pan, también es posible hacer cultivos de bacterias y hongos para ser aplicados a nuestras producciones. No se requiere un laboratorio para eso.
·         Los cultivos de cobertura hacen que el suelo se mantenga cubierto y se pueda prescindir de algunas aplicaciones de agroquímicos. Esto tiene efecto positivo sobre todo el ecosistema suelo.
·         La labranza profunda alternada con algunos ciclos de ganadería hace que el suelo recupere su porosidad, llenándose de agua y aire. Un suelo que por acción de una inadecuada combinación de siembra directa y ganadería, tiende a compactarse y cambia totalmente su población de microorganismos. Proliferan aquellos que no requieren oxígeno para su vida y que casualmente muchos de ellos son patógenos para los cultivos o utilizan el nitrógeno que luego se volatiliza y se va del suelo. Nos queda entonces “una maceta”, que las raíces no pueden atravesar y sin nutrientes.
·         La rotación de distintos cultivos y ganadería lleva a un adecuado reciclaje de nutrientes y a mejorar las condiciones estructurales del suelo. Con eso, bacterias y hongos estarán agradecidos y se multiplicarán dándole las gracias a través de los rindes.

Estas son sólo algunas estrategias para consolidar el ecosistema edáfico. Como se puede analizar, nada que los productores de nuestra región no puedan llevar adelante. No se requiere de raros y costosos insumos sino del más básico, el conocimiento. Su aplicación permite que el productor mantenga su poder de decisión sobre las intervenciones que realiza en su medio.
Este poder ha sido sustituido por la lógica de la producción con altos insumos. Hoy, muchos agricultores no son sino a través de sus proveedores. Recuperar la relación con el suelo y sus características es la vía para reconocerse como agricultores y chacareros y poder permanecer como tales.

Las bacterias del suelo nos están dando la posibilidad que la industria y los gobiernos nos niegan.

 ¿Cómo reproducir microorganismos para tus suelos?