LAS 3M DE
NUESTROS SUELOS: Hoy Microorganismos
En algún artículo anterior hablé del mecanismo por el
cual los insectos y hongos llegan a superar las defensas naturales de los
vegetales generando una enfermedad o un estado de estrés tal que puede terminar
en daño para el cultivo. El equilibrio nutricional de las plantas resulta
determinante para esto. Y el tema comienza en el suelo.
Hace
pocos días llegaron a mis manos tres libros muy viejos cuyo autor es André
Voisin. Este autor postulaba que un profundo conocimiento del suelo y el
fortalecimiento de su entramado biológico conduciría a pasturas más sanas y
productivas, que los animales que las consumieran también lo serían y que esta
virtud se trasladaría luego a las personas que se alimentaran de ellos. Una
cadena de razonamiento simple, basada en el conocimiento científico y
experimental de las relaciones naturales.
Voisin
fue tan sólo uno de los autores que investigó esto, el tema es viejo y varios
científicos y agricultores han hablado de él. Todos han coincidido en la
afirmación de que un suelo sano es la adecuada conjunción y equilibrio entre
microorganismos, materia orgánica y minerales. Las 3 M de nuestros suelos.
Las
prácticas tradicionales que se realizan en la agricultura (fertilización,
labranzas, uso de agroquímicos) atentan contra la vida de millones de seres
microscópicos habitantes naturales del suelo por los cambios en las
características del medio en que habitan (pH o salinidad, por ejemplo), efecto de la radiación solar directa,
deshidratación, desbalances que hacen que mueran o se alteran sus relaciones.
Afectar
este enorme y misterioso ecosistema que pisamos a diario, afecta directa e
indirectamente nuestra producción y nuestra alimentación. Este ejército de
millones y millones de microbichitos participan de un montón de procesos entre
los que se pueden citar: degradación de resíduos orgánicos, solubilización de
nutrientes, simbiosis con vegetales para mejorar la absorción de nutrientes,
control de parásitos y microorganismos patógenos, degradación de sustancias
contaminantes, estabilización del humus y una larga lista de etcéteras. Bajo
nuestros pies existe un bastísimo, apasionante y muy poco conocido
universo.
El
tema es...¿cómo recuperar o potenciar la microbiota de nuestros suelos para que
este ecosistema actúe a nuestro favor también?
En
primer lugar es necesario conocerlo, saber qué relaciones básicas existen y
cómo influyen en nuestro sistema. En segundo lugar, qué estrategias podemos
llevar a delante para colaborar o permitir esas relaciones, o sea, convertir el
conocimiento en tecnología. Por ejemplo, cualquier productor o técnico conoce
el valor de inocular las leguminosas (soja y alfalfa) con bacterias
nitrificadoras y eso es entonces una práctica corriente en nuestros campos.
Esto
debe analizarse como un fortalecimiento del suelo y sus características. No
como un agregado más de un insumo específico.
Hoy
hay varias empresas que comercializan productos con bacterias y hongos que
intervienen en el ciclo del fósforo, solubilizándolo y entregándolo a la
solución del suelo para permitir la absorción por parte de las plantas. También
hay bacterias que se están comercializando para usarlos como antagonistas de
hongos patógenos; este es el caso de Bacillus subtilis, utilizado como
fungicida en soja y trigo.
A
esos microorganismos o a los productos que ellos generan se los conoce como EM
(microorganismos eficientes), PGPR (Plant Growth Promotion Rhizobacteria,
proviene del inglés, se traduce como Bacterias asociadas a las raíces,
Promotoras del Crecimiento Vegetal), Promotores de Crecimiento o simplemente
biofertilizantes. Más allá que la publicidad presenta estos productos como
“NUEVA TECNOLOGÍA”, en realidad es la oportunidad comercial ante la degradación
que han sufrido nuestros suelos. O sea, producimos y vendemos lo que antes destruimos
y desconocimos.
El
impacto del uso de estos promotores de crecimiento está mostrando sus
resultados. Se logran entonces cultivos con un mejor perfil sanitario, más
estables ante contingencias climáticas y
de menor costo dado su menor dependencia de agroquímicos (fungicidas por
ejemplo), llegando a impactos positivos en el rendimiento físico a partir del
tercer o cuarto año de su uso. Todo esto se condice con lo que esperamos del
funcionamiento de un ecosistema sano.
Lo
más interesante del asunto es que, luego de conocer algunas cositas básicas de
la micobiología de nuestros suelos, podemos actuar dentro de nuestras chacras
haciendo nuestros propios Promotores de Crecimiento.
Algunos
ejemplos:
·
La bosta de bovinos (en tanto éstos sean
alimentados a pasto) constituye un riquísimo inóculo de bacterias y hongos de
acción positiva. El preparado de un biofertilizante puede ser hecho en
cualquier chacra, con mínima tecnología (un tambor plástico, bosta de vaca y
algunos productos más que se encuentran fácil y a bajo costo). Luego se aplica
asperjado con una pulverizadora.
·
El lombricompuesto es una forma de poner muchos
microorganismos en el suelo y de aumentar su contenido de calcio. Esto favorece
todos los procesos y actúa, en particular, sobre la capacidad de las
leguminosas de extraer nitrógeno del aire. Constituye una excelente forma de
reutilizar resíduos del campo como restos de rollos, camas de cerdos y pollos,
limpieza de tambos, etc. Una fertilizadora es lo que se necesita para su
aplicación al suelo.
·
Como cualquiera de nosotros sabe reproducir
levaduras antes de hacer el pan, también es posible hacer cultivos de bacterias
y hongos para ser aplicados a nuestras producciones. No se requiere un
laboratorio para eso.
·
Los cultivos de cobertura hacen que el suelo se
mantenga cubierto y se pueda prescindir de algunas aplicaciones de
agroquímicos. Esto tiene efecto positivo sobre todo el ecosistema suelo.
·
La labranza profunda alternada con algunos
ciclos de ganadería hace que el suelo recupere su porosidad, llenándose de agua
y aire. Un suelo que por acción de una inadecuada combinación de siembra
directa y ganadería, tiende a compactarse y cambia totalmente su población de
microorganismos. Proliferan aquellos que no requieren oxígeno para su vida y
que casualmente muchos de ellos son patógenos para los cultivos o utilizan el
nitrógeno que luego se volatiliza y se va del suelo. Nos queda entonces “una
maceta”, que las raíces no pueden atravesar y sin nutrientes.
·
La rotación de distintos cultivos y ganadería
lleva a un adecuado reciclaje de nutrientes y a mejorar las condiciones
estructurales del suelo. Con eso, bacterias y hongos estarán agradecidos y se
multiplicarán dándole las gracias a través de los rindes.
Estas
son sólo algunas estrategias para consolidar el ecosistema edáfico. Como se
puede analizar, nada que los productores de nuestra región no puedan llevar
adelante. No se requiere de raros y costosos insumos sino del más básico, el
conocimiento. Su aplicación permite que el productor mantenga su poder de
decisión sobre las intervenciones que realiza en su medio.
Este
poder ha sido sustituido por la lógica de la producción con altos insumos. Hoy,
muchos agricultores no son sino a través de sus proveedores. Recuperar la
relación con el suelo y sus características es la vía para reconocerse como
agricultores y chacareros y poder permanecer como tales.
Las
bacterias del suelo nos están dando la posibilidad que la industria y los
gobiernos nos niegan.
¿Cómo reproducir microorganismos para tus suelos?
¿Cómo reproducir microorganismos para tus suelos?
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